Ángela Fernández, psicóloga: “Las personas con ansiedad suelen compartir tres tipos de personalidad”

Ángela Fernández, psicóloga: “Las personas con ansiedad suelen compartir tres tipos de personalidad”

Lo vemos en el trabajo, en casa, en la pantalla del móvil a las tres de la madrugada. No es un fallo de carácter, es un patrón que se repite cuando el cuerpo pide freno y la cabeza pisa el acelerador.

El martes por la tarde la sala de espera olía a café frío y lavanda. Un chico masticaba una tapa de bolígrafo como si ahí estuviera el interruptor de su latido. La recepcionista bajó la voz como quien baja una persiana, y Ángela Fernández asomó con una libreta y una mirada muy de “estoy aquí”. Todos hemos vivido ese momento en el que el pecho se encoge y parece que el mundo exige respuestas perfectas y rápidas. Respirar también es tomar decisiones. “Cuéntame qué te pasa cuando te pasa”, dijo ella, abriendo el espacio para nombrar lo que hasta entonces era nudo. Algo en el aire cambió. Y apareció una idea que no se olvida.

Tres personalidades que se repiten cuando la ansiedad llama

Ángela no habla de etiquetas, habla de brújulas. Observa que la ansiedad suele precipitarse en tres perfiles que se cruzan, se mezclan y, a veces, se turnan. La frase que ha repetido tantas veces en consulta cabe en una servilleta: hay quien necesita controlar, quien escanea peligros y quien se entrega para no molestar. El síntoma se ve, el mecanismo se esconde.

Laura, 34 años, marketing, revisa un correo diez veces antes de enviar. Mira comas como si fueran bombas, pospone decisiones por miedo al error, colecciona pestañas abiertas. “Si no lo hago perfecto, me van a ver”, dice, con un cansancio que suena antiguo. Su perfil es **perfeccionista**, y la ansiedad le susurra que el control es sinónimo de seguridad.

Ese control, explica Ángela, se sostiene con una ilusión: si bloqueo el imprevisto, no sufriré. El cerebro aprende a asociar alivio con revisar, evitar, posponer, hasta que esas conductas son la única salida aparente. En el otro extremo está el **hipervigilante**, que vive en modo radar, con el cuerpo adelantado dos metros a la vida. Y, más silencioso, el complaciente que dice “sí” para que la casa no tiemble.

Qué hacer hoy si te reconoces en uno de esos tres espejos

Un gesto que funciona para los tres: el protocolo 3-2-1. Tres respiraciones 4-6 (inhalo en cuatro, exhalo en seis), dos cosas que puedo tocar o ver ahora mismo, una acción pequeña que me acerque a lo que importa. Es un pasillo corto entre el ruido y el movimiento útil. La ansiedad pide velocidad, tú le respondes con ritmo.

Errores frecuentes: discutir con el pensamiento catastrófico como si fuera un juez, comprobar una y otra vez, pedir garantías infinitas. Mejor escribir el miedo en una frase, poner hora al “tiempo de preocuparse” y hacer una microexposición de 90 segundos a lo que evitas. Seamos honestos: nadie hace eso todos los días. Aun así, cada intento suma resiliencia y te entrena a fallar sin romperte.

Para el perfil que vive diciendo que sí, un límite breve y humano cambia el guion. Dos frases, sin ensayo previo: “Hoy no puedo, te propongo mañana”, “No me va bien, gracias por contar conmigo”. Ese pequeño “no” protege tu sistema nervioso y transforma culpa en cuidado. El perfil **complaciente** descubre que el afecto no depende de sacrificarse siempre.

“Las personas con ansiedad suelen compartir tres tipos de personalidad; cuando las reconoces, dejas de pelear a ciegas y empiezas a elegir”, dice Ángela Fernández.

  • Microgesto 1: espera 90 segundos antes de reaccionar a un pico de ansiedad.
  • Microgesto 2: nombra la emoción con dos palabras y localízala en el cuerpo.
  • Microgesto 3: apaga notificaciones en franjas de 30 minutos, dos veces al día.
  • Microgesto 4: lista “Bajo mi control / Fuera de mi control”, tres puntos por columna.

Lo que aprendemos cuando miramos de frente

No somos un molde; somos una mezcla en movimiento. Hay semanas en las que te reconoces en el radar, otras en el perfeccionismo, otras en el “sí” automático que te deja sin aire. Compartirlo con alguien de confianza cambia la química de la vergüenza, y abre un pasadizo hacia la calma que no sabías que estaba. La ansiedad no desaparece por decreto, cambia de tamaño cuando dejas de huir.

Ángela describe sesiones en las que la persona entra con hombros de piedra y sale con un plan simple. A veces es una hoja pegada en la nevera, otras un recordatorio en el móvil: “Respira, decide, avanza un 1%”. Lo pequeño no es poca cosa. Es la manera que tiene el cuerpo de volver a colaborar contigo.

Una idea más para llevarte a casa: tu estilo no es un destino, es una hipótesis de partida. Si eres de revisar, prueba el “buen suficiente”. Si eres de anticipar, regresa al presente con un objeto ancla. Si eres de complacer, practica un límite antes de dormir. No hace falta ganar la partida, basta con mover la ficha de hoy.

Punto clave Detalle Interés para el lector
Perfeccionismo funcional Pasar del 100% al 80% en tareas de bajo impacto Reduce ansiedad y libera tiempo sin perder calidad real
Hipervigilancia a presencia Protocolo 3-2-1 y respiración 4-6 Herramienta rápida para bajar activación en minutos
Complacer sin perderte Límites de dos frases y alternativas concretas Menos culpa, más energía para lo que importa

FAQ :

  • ¿Cómo sé si lo mío es ansiedad y no “solo estrés”?La ansiedad se vuelve circular, te persigue incluso en reposo y condiciona decisiones. Si hay malestar físico frecuente y rumiación, es buena pista.
  • ¿Puedo tener mezcla de los tres perfiles?Sí. Suelen alternarse según contexto: trabajo, familia, pareja. No es rígido, es adaptativo hasta que se desborda.
  • ¿Qué hago en un ataque agudo?Terrenaliza: pies al suelo, nombre a la emoción, respiración 4-6 dos minutos, agua fresca. Luego una acción pequeña orientada a valor.
  • ¿El café empeora la ansiedad?A algunas personas sí. Prueba reducirlo una semana y observa sueño, latidos y foco. Tu cuerpo da la respuesta.
  • ¿Cuándo ir a terapia?Cuando la ansiedad limita tu vida, daña el descanso o te aísla. Pedir ayuda no es rendirse, es cambiar de herramienta.

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