Francisco Rosero, endocrino: “Desayunar después de las 9 de la mañana puede disparar los niveles de cortisol”

Francisco Rosero, endocrino: “Desayunar después de las 9 de la mañana puede disparar los niveles de cortisol”

El endocrino Francisco Rosero lanza una advertencia que remueve hábitos: desayunar después de las 9 puede disparar el cortisol y dejarte atrapado en modo “alerta”. La pregunta ya no es solo qué comes, sino cuándo pulsas el botón de empezar el día.

En la barra de un café a las 9:27, la ciudad se despereza a golpes de espresso. Una mujer revisa su agenda con la mirada clavada en la espuma, otro cliente contesta audios con voz de urgencia, el barista aprieta el molinillo como si la mañana dependiera de ese ruido. Afuera, la luz entra oblicua, y adentro, el reloj biológico reclama su sitio. Cuando por fin llegan las tostadas, alguien suelta: “Yo no puedo comer antes de las 10”. El camarero sonríe, pero el cortisol no. El reloj ya decidió.

El reloj hormonal que no ves… y que desayuna antes que tú

El cortisol sube al amanecer y pega su salto más pronunciado en los 30–45 minutos tras despertarte. No es un villano, es el motor que te enciende. Comer en esa franja ayuda a “aterrizar” el sistema, a decirle al cuerpo que la energía llega y que puede bajar la guardia. **Retrasar el primer bocado más allá de las 9 alarga la sensación de amenaza interna.** Tu mente sigue, tu agenda corre, pero tu fisiología entiende otra cosa: falta combustible.

Ponle nombre: Marta, 37, marketing, entra a la oficina a las 9 y come sobre las 10:30. A esa hora ya va por su segundo café. La cabeza va rápido, el pecho un poco más, y el hambre llega de golpe, casi con ansiedad. Esa cadena no es casual. La cafeína puede potenciar el pico matinal de cortisol y, si la comida aparece tarde, el cuerpo sigue leyendo estrés. Cuando por fin hay pan y algo dulce, el subidón es inmediato… y la caída a media mañana también.

La lógica es simple: el eje HPA —esa autopista hormonal entre cerebro y glándulas— necesita señales de “todo bien”. La luz de la mañana es una; el alimento temprano, otra. Si desayunas tarde, el cerebro sigue marcando ritmo de vigilancia y el hígado libera glucosa como si estuvieras corriendo. Resultado: más cortisol circulante, más variabilidad en el azúcar, más fatiga rara. **El horario importa tanto como lo que comes.** No es una alarma de pánico, es una señal.

Qué hacer mañana: ventanas, proteína y café con cabeza

Abre una ventana de 60–120 minutos desde que te despiertas para tu primer bocado. Si te levantas a las 6:30–7:00, procura desayunar antes de las 9. Apunta a 20–30 g de proteína (huevo, yogur griego, queso fresco, tofu, pavo) y un carbohidrato con fibra (avena, pan integral, fruta entera). **La luz de la mañana es tu primer desayuno:** 5–10 minutos al exterior ayudan a domar el cortisol. El café, mejor 60–90 minutos tras abrir los ojos, cuando el pico natural empieza a bajar.

Si no te entra comida temprano, no pelees con tu estómago. Empieza suave: un yogur con nueces, un vaso de leche y fruta, una tortilla fina. Evita el combo café solo + bollería azucarada: te sube rápido y te suelta después. Todos hemos vivido ese momento en que el hambre pega tarde y mal. Seamos honestos: nadie hace esto todos los días. Lo que cuenta es el patrón de la semana, no la perfección del martes.

Si trabajas por turnos, corre el reloj: desayuna dentro de las dos horas posteriores a despertar, sea la hora que sea. Quienes hacen ayuno intermitente pueden mover su ventana a un “early eating”: comer de 7 a 15 rinde mejor que de 12 a 20 para el cortisol y la glucosa. Tu metabolismo no solo cuenta calorías, también cuenta horas.

“Desayunar después de las 9 puede disparar el cortisol si tu día empezó mucho antes. No es prohibición, es biología de ritmos”, explica el endocrino Francisco Rosero.

  • Ventana práctica: primer bocado en las 2 primeras horas tras despertar.
  • Composición: 20–30 g de proteína + fibra + algo de grasa sana.
  • Café: espera 60–90 minutos para evitar solapar picos de cortisol.
  • Luz natural: 5–10 minutos para anclar tu reloj interno.
  • Si te levantas tarde, ajusta, pero respeta la ventana.

Lo que nos queda por pensar: horarios imperfectos, vidas reales

Rosero no habla de dogmas, habla de contexto. Si despiertas a las 8:30, un desayuno a las 9:15 no es tarde. Si te levantaste a las 6 y comes a las 10, sí puede serlo para tu eje del estrés. Ajustar no significa comer más, sino alinear señales. Quizá sea mover el primer bocado 40 minutos antes, tomar el café después y reservar lo dulce para más tarde. Tal vez sea pactar con tu agenda 7 minutos de luz en la puerta de casa. Lo interesante es que el cuerpo responde. Y cuando el cuerpo entiende el “cuándo”, el “cómo” se vuelve mucho más amable.

Punto clave Detalle Interés para el lector
Ventana de desayuno Comer en las 2 horas tras despertar reduce el “modo alerta” Menos picos de cortisol, más energía estable
Café con timing Tomarlo 60–90 minutos después de levantarte Evita solapar el pico natural de cortisol y la cafeína
Composición del plato 20–30 g de proteína + fibra + grasa sana Mayor saciedad y glucosa más pareja toda la mañana

FAQ :

  • ¿Y si no tengo hambre temprano?Empieza con algo pequeño y proteico: yogur con frutos secos, un huevo y fruta, o un vaso de leche. La señal cuenta más que el tamaño.
  • ¿Desayunar tarde engorda?No por sí solo. Pero puede elevar cortisol y alterar tu apetito, lo que favorece antojos y picoteo más tarde.
  • ¿El café en ayunas es malo?No es “malo”, aunque puede amplificar el pico de cortisol. Prueba a retrasarlo o acompañarlo de un bocado proteico.
  • ¿Qué pasa si hago ayuno intermitente?Funciona mejor en horario “temprano”. Comer de 7 a 15 suele alinear mejor el cortisol que de 12 a 20.
  • Trabajo por turnos, ¿qué hago?Reinicia tu reloj con luz al despertar y desayuna en las 2 horas siguientes, sin mirar el reloj de la pared.

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