Antonio Calvo, psiquiatra: “Dormir con el móvil encendido afecta tu descanso aunque no lo uses”

Antonio Calvo, psiquiatra: “Dormir con el móvil encendido afecta tu descanso aunque no lo uses”

No es superstición ni tecnofobia. Es la forma en que el cerebro interpreta un objeto de alerta a centímetros de la almohada, como si la noche estuviera a medio cerrar. La mesilla se convierte en frontera y el sueño en guardia.

La primera vez lo noté a las 2:37. La habitación en silencio, la calle vacía, y un brillo pálido escapando por el borde del teléfono, boca abajo. No vibró, no sonó, nadie escribió. Aun así, el cuerpo se tensó lo justo, como cuando el timbre de casa no suena pero jurarías haberlo escuchado. La respiración cambió de ritmo, y tardé diez minutos en volver a caer. Todos hemos vivido ese momento en el que la cabeza se despierta por “si acaso”. Había algo más que luz o ruido. Antonio Calvo lo llama hipervigilancia nocturna: la mente queda a la espera. No es el ruido. Es la posibilidad.

Por qué el móvil encendido rompe el descanso

El móvil encendido funciona como un pequeño faro de alerta, incluso en silencio. Tu cerebro lo sabe y lo recuerda: cada día, ese objeto trae mensajes, tareas, urgencias, premios. En la noche, ese vínculo no desaparece; se queda como una cuerda floja que vibra con cualquier soplo mínimo. Dormir con el móvil encendido no es dormir a solas.

Marta, 32, dejó el teléfono en modo silencio, boca abajo. Se despertó tres veces “sin motivo”, con el pulso ligero y la mente intentando adivinar si había algo nuevo. No había nada. Aun así, no fue casualidad. Muchos lo colocan en la mesilla por costumbre; encuestas de hábitos sugieren que una mayoría lo mantiene a menos de un brazo por miedo a “perderse algo”. La paradoja: esa cercanía roba sueño y al día siguiente el cansancio cobra la factura.

La explicación es más sencilla que las teorías conspirativas: condicionamiento. Tu móvil es un disparador de anticipación, y la anticipación eleva un puntito el nivel de alerta. Ese puntito fragmenta el sueño profundo y la fase REM, provoca microdespertares y, de paso, facilitará que te despiertes ante el mínimo estímulo. La luz residual de un LED, el pitido remoto del ascensor, una vibración fantasma. La mente, con el móvil encendido al lado, interpreta el dormitorio como un pasillo de espera.

Lo que puedes hacer esta misma noche

Prueba un combo sencillo: modo avión y distancia. Deja el móvil fuera del dormitorio o a tres metros, sin pantalla activada, y programa “No molestar” con una lista de excepción para tres contactos de emergencia. Cierra apps, desconecta datos, enchúfalo lejos y boca abajo. Un reloj barato o una alarma analógica resuelven el “y si no me despierto”. La cama vuelve a ser cama.

Errores clásicos: cargar el móvil en la mesilla “por comodidad”, mirar la hora en la pantalla en mitad de la noche, responder un “último WhatsApp” que nunca es último. No te culpes, esto está diseñado para agarrarte por la curiosidad. Seamos honestos: nadie hace realmente eso todos los días. Si un día caes, al siguiente vuelve al ritual. Pequeños cambios sostienen el hábito, no heroicidades.

“Dormir con el móvil encendido afecta tu descanso aunque no lo uses”, dice Antonio Calvo. “La expectativa de contacto mantiene el sistema en alerta mínima, y esa alerta ya es suficiente para romper la continuidad del sueño”.

  • Modo avión desde la cena. Que el apagón digital tenga hora.
  • Teléfono fuera de la habitación o a >3 metros. Sin LED, sin vibrar.
  • Alarma externa. No dependas del dispositivo que te despierta por dentro.
  • Lista blanca de emergencias. Paz mental sin estar en guardia.
  • Ritual de cierre: mensaje final, cargar lejos, dejarlo boca abajo.

Un pacto sencillo con la noche

Si la noche es una negociación, el móvil encendido pone siempre condiciones. El cerebro negocia peor cuando sospecha que algo puede ocurrir en cualquier momento, aunque nunca ocurra. *La cama es para dormir, no para estar en guardia.* Recuperar el silencio es elegir lo que no pasa, y esa elección no sale en la pantalla. Cuando Antonio Calvo habla de hipervigilancia, no habla de culpa, habla de diseño: notificaciones, luces, vibraciones, promesas de novedad. Hay un gesto de libertad en alejarlo un poco, como abrir una ventana y apagar una radio que suena muy bajo. Es un pacto con la noche, y también contigo. Tu descanso vale más que una notificación.

Punto clave Detalle Interés para el lector
Modo avión y distancia Activarlo desde la cena y dejar el móvil a >3 metros o fuera del cuarto Menos microdespertares y sensación de control real
Ritual de cierre digital Cerrar apps, pantalla boca abajo, sin LED, sin vibración Reduce la anticipación y la tentación de “un vistazo más”
Lista blanca de emergencias Permitir solo llamadas de 2-3 contactos críticos Paz mental sin perder alertas importantes

FAQ :

  • ¿El modo avión es suficiente para dormir mejor?Ayuda mucho porque corta la cadena de estímulos y la expectativa de conexión. Si además creas distancia física, el efecto se multiplica.
  • ¿Y si necesito el móvil como alarma?Usa una alarma analógica o un reloj sencillo. Si no es posible, deja el teléfono lejos para tener que levantarte y sin pantalla visible.
  • ¿Las notificaciones silenciosas también afectan?Sí, por el vínculo aprendido con el dispositivo. El cerebro asocia el móvil con novedades y se mantiene en alerta mínima aunque no suene.
  • ¿Los relojes inteligentes interfieren igual que el móvil?Si vibran o ilumbran la muñeca, pueden fragmentar el sueño de forma similar. Configura modo sueño estricto o quítatelos por la noche.
  • ¿Cuánto tarda el cerebro en adaptarse a dormir sin el móvil cerca?En muchas personas, una semana de rutina estable. Algunas notan mejora desde la primera noche al cortar la expectativa.

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