Entre bufandas y mantas, crece la sensación de que el termostato decide por tu salud y por tu bolsillo.
La conversación se repite cada año: confort o ahorro. Este otoño-invierno trae una respuesta más matizada y con aval científico, que pone cifras, hábitos y prioridades en su sitio.
Por qué pasar frío en casa no es una mala idea… pero solo hasta cierto punto
Una vivienda fría resta bienestar, pero además estresa al organismo. Con bajas temperaturas sostenidas, el cuerpo reacciona con vasoconstricción para conservar calor. Esa respuesta encarece el esfuerzo del sistema cardiovascular y puede agravar problemas respiratorios, sobre todo en mayores, niños y personas con patologías crónicas.
Por debajo de un umbral básico, aumentan las infecciones respiratorias, se complica el asma y sube la presión arterial.
Las guías sanitarias internacionales sitúan un mínimo seguro en el entorno de los 18 °C para adultos sanos. En hogares con personas vulnerables, conviene un ambiente claramente más cálido durante el día y nunca por debajo de ese umbral nocturno. El objetivo no es “templar por templar”, sino reducir riesgos reales vinculados al frío interior.
El punto de equilibrio entre salud y factura
Las recomendaciones energéticas invitan a moverse en rangos moderados, diferentes entre día y noche. Mantener una ligera variación horaria recorta consumo sin sacrificar confort. Además, pasar del tramo confortable hacia arriba encarece la factura y perjudica la calidad del aire por sequedad excesiva.
Cada grado extra en el termostato puede sumar entre un 5 % y un 10 % de consumo energético. Controlar el rango evita gastos y molestias.
Traducido a decisiones cotidianas, el “techo razonable” existe y conviene respetarlo. Más calor no siempre se traduce en más bienestar; a menudo solo incrementa el consumo y reseca mucosas, algo poco recomendable para vías respiratorias sensibles.
| Referencia | Día | Noche | Observaciones |
|---|---|---|---|
| Salud (adultos sanos) | Confort estable | Mínimo seguro: 18 °C | Evitar frío prolongado bajo el umbral |
| Salud (vulnerables) | Ambiente más cálido | No bajar de 18 °C | Priorizar estabilidad térmica |
| Eficiencia energética | Rango moderado | Rango moderado inferior | Cada grado de más penaliza el consumo |
Cada estancia, su regla
No todas las habitaciones piden lo mismo. El descanso nocturno mejora con algo menos de calor, mientras que el baño agradece un impulso breve justo antes de ducharse. La cocina ya suma calor por los fogones y electrodomésticos, así que suele permitir un ajuste más bajo sin perder confort.
- Salón y zonas de uso continuo: mantener el rango de confort sin picos.
- Dormitorios: ligeramente más fresco para dormir mejor y sin sequedad.
- Baño: aporte puntual con calefactor rápido, nunca durante horas.
- Cocina: aprovechar el calor de cocción y evitar sobrecalentar.
Calefacción por zonas y termostatos: cómo acertar de verdad
La regulación manda. Un termostato programable o válvulas termostáticas por radiador marcan la diferencia. Programar horarios y fijar rangos por habitaciones evita calentar estancias vacías y reduce inercias térmicas que disparan el consumo. Si solo hay un termostato, colócalo en una zona central de uso frecuente, lejos de corrientes de aire y de fuentes de calor directas.
Qué hacer si conviven personas vulnerables
Si en casa hay bebés, mayores o personas con enfermedades respiratorias, prioriza la estabilidad térmica en las zonas donde pasan más tiempo. Ajusta el resto del hogar al alza cuando estén presentes y a la baja cuando no, usando la programación horaria. Recuerda ventilar de forma breve y eficaz para renovar el aire sin perder demasiada energía.
Cómo afinar sin subir grados
Antes de tocar el termostato, actúa sobre el edificio y los hábitos. Pequeñas decisiones sostienen el confort sin subir la factura.
- Ventilación exprés: diez minutos de ventana abierta a media mañana bastan para renovar el aire.
- Puertas cerradas: confinan el calor donde hace falta y evitan pérdidas al pasillo.
- Tejidos y alfombras: reducen la sensación de suelo frío y mejoran el confort táctil.
- Humedad relativa: mantenerla en torno al 40-60 % mejora la sensación térmica y la salud respiratoria.
- Juntas y burletes: sellar rendijas en ventanas y puertas evita fugas continuas.
- Radiadores sin obstáculos: muebles y cortinas bloquean la convección y restan eficacia.
No se trata de “más calor”, sino de calor donde toca, cuando toca y el tiempo justo.
Lo que te ahorras cuando no te pasas del rango
El gasto energético crece por escalones. Si una familia mantiene el salón un grado por encima del tramo recomendado durante todo el día, puede sumar del 5 % al 10 % de consumo adicional en calefacción. Dos grados por encima multiplican esa penalización. Al cabo del mes, el impacto se nota en la factura, especialmente en climas fríos o viviendas con aislamiento básico.
La programación inteligente que baja ligeramente por la noche y en ausencias diurnas recorta consumo manteniendo el confort al regreso. La clave está en evitar vaivenes extremos: calentar desde muy abajo cuesta más que sostener un nivel constante moderado.
Preguntas rápidas para ajustar tu casa este noviembre
- ¿El termostato está en una pared interior, a la altura adecuada y lejos de corrientes o sol directo?
- ¿Tienes horarios de encendido y bajadas nocturnas programadas?
- ¿Cierras puertas de estancias no usadas para concentrar el calor?
- ¿Has purgado radiadores este mes para mejorar el rendimiento?
- ¿Compruebas que la humedad relativa no cae demasiado, para no resecar el ambiente?
Consejos extra para ampliar margen sin gastar más
Si tu vivienda pierde calor rápido, una auditoría energética básica detecta puntos débiles: cajas de persiana, encuentros de carpinterías, huecos de paso de instalaciones. Son mejoras asequibles que reducen la necesidad de subir grados. En edificios con comunidad, preguntar por la regulación de la caldera central, las curvas de calefacción y los repartidores de costes puede abrir vías de ahorro colectivo.
Quien teletrabaja convive con la calefacción encendida más horas. Rutinas como calentar solo el despacho, usar una manta térmica de bajo consumo y realizar pausas activas ayudan a mantener el confort con menos demanda del sistema general. Para personas sensibles, un humidificador con control higrométrico y filtros limpios evita sequedad y mejora la calidad del aire sin tocar el termostato.
Respeta el mínimo seguro, evita los picos por arriba y programa por zonas. Así cuidas tu salud y la de tu factura.









