Lucía Fernández, ingeniera química: “Una cucharada de bicarbonato en el cubo del fregasuelos elimina los malos olores”

Lucía Fernández, ingeniera química: “Una cucharada de bicarbonato en el cubo del fregasuelos elimina los malos olores”

El cubo del fregasuelos huele raro, el piso queda limpio pero el aire no. Entre fragancias que se desvanecen y trucos caseros que no convencen, una ingeniera química ofrece una solución de cocina: una cucharada de bicarbonato para cortar el mal olor de raíz.

Lucía Fernández dejó su bolso junto al microondas, destapó el cubo del fregasuelos y frunció la nariz como quien escucha una nota desafinada. Eran las ocho y media de la tarde, la casa recién fregada, y ese tufillo agrio flotando por el pasillo como un invitado que nadie había llamado. “Esto es pH y bacterias”, dijo, como quien comenta el tiempo, y sacó de la alacena un tarro de bicarbonato. No subió la voz ni hizo espectáculo, solo midió una cucharada rasa, la dejó caer en el agua tibia del cubo y movió el palo de la fregona en círculos pacientes. Olía distinto. Más limpio sin perfume. Menos mezcla, más claridad. Solo pidió una cucharita.

El truco de Lucía y por qué funciona

La idea es casi insultantemente simple: una cucharada de bicarbonato en el cubo del fregasuelos para apagar el mal olor que se resiste. Lucía lo explica con la naturalidad de quien ha repetido el gesto mil veces: “No es magia, es química de andar por casa”. Abres el grifo, llenas el cubo con agua templada, añades tu limpiador habitual y, al final, el toque de bicarbonato. No hay espectáculo de burbujas. Lo que cambia está en lo que no se huele.

Una tarde, en un piso pequeño con perro y botas de gimnasio, el olor se quedaba clavado cerca de la entrada. La dueña había probado con más fragancia en el limpiador y con velas, pero el pasillo seguía diciendo “humedad”. Lucía repitió el ritual de la cucharada. Al día siguiente, la portera del edificio comentó que “ya no sale ese olorcito del primero”, sin saber que una simple sal blanca había hecho el trabajo. Son esos pequeños triunfos domésticos que nadie aplaude, pero que cambian el ánimo.

El bicarbonato actúa como tampón: neutraliza ácidos volátiles responsables de ese aroma agrio y sube ligeramente el pH del agua. Con un medio menos ácido, ciertas bacterias que fermentan restos orgánicos se frenan. No tapa con perfume; corta el problema donde nace. Por eso el aire queda “calmo”, no recargado. En superficies como gres, cerámica o vinilo, esta mezcla no es abrasiva. Y, usado disuelto, el bicarbonato no raya ni deja la junta gris si no te pasas con la cantidad.

Cómo aplicarlo paso a paso

La proporción que propone Lucía es directa: por cada 5 litros de agua templada en el cubo, una dosis normal de tu fregasuelos y una cucharada rasa de bicarbonato (unos 12-15 g). Mezcla con el palo de la fregona, pasa por el suelo como siempre y deja ventilar diez minutos. Para mantenimiento semanal, con eso alcanza.

A todos nos ha pasado: cuando algo huele mal, echamos “un poco más” de todo. Ese gesto deja residuos y un brillo pegajoso. Si te preocupa el mármol o la piedra caliza, prueba en un rincón con la mitad de dosis y enjuaga con una pasada de agua limpia. El bicarbonato no hace buena pareja con el vinagre en el mismo cubo, se anulan entre sí y el olor vuelve.

Si alguien te dice que hay que fregar tres veces seguidas, sonríe. Seamos honestos: nadie hace realmente eso todos los días.

“Una cucharada es suficiente. Si necesitas dos, el problema no es el suelo, es el cubo o la fregona” —Lucía Fernández, ingeniera química.

  • Medida rápida: 1 cucharada rasa por cubo doméstico estándar.
  • Superficies: gres, cerámica, porcelánico, vinilo y laminados sellados.
  • Evita mezclas raras: nada de vinagre ni amoniaco en el mismo balde.
  • Higiene del equipo: enjuaga la fregona y deja el cubo seco al terminar.

Más allá del cubo: lo que revela de la casa

El olor del suelo cuenta una historia. Habla de humedad que se quedó a dormir, de una fregona que no vio el sol y de un cubo que hace semanas no se vacía del todo. *Un gesto mínimo cambia esa narrativa.* Una cucharada hoy te ahorra un perfume mañana. Cambia el aire, cambia la cabeza, hasta el pasillo parece más ancho. Lo mejor del truco de Lucía no es que sea barato, es que deja de pelear con el olor y lo desarma con lógica. Si tu casa tiene niños, mascotas o rutina de gimnasio, esta pequeña corrección suaviza la vuelta a casa. Y abre una conversación: ¿qué otros “mínimos” convierten el cuidado del hogar en algo amable? Tal vez el secreto sea ese, sumar pequeños hábitos que liberan tiempo y nariz. Y compartirlos en voz baja, como se cuentan las recetas de familia.

Punto clave Detalle Interés para el lector
Dosis exacta 1 cucharada rasa por cubo de 5 L Evita residuos y ahorra producto
Base científica Neutraliza ácidos y sube el pH Elimina el olor sin perfumes fuertes
Buenas prácticas Limpiar y secar cubo y fregona Previene que el mal olor regrese

FAQ :

  • ¿Sirve con cualquier fregasuelos?Sí, funciona con limpiadores neutros y perfumados. Si usas uno muy alcalino, reduce el bicarbonato a media cucharada.
  • ¿Puedo mezclar bicarbonato con lejía?No es una combinación recomendable en el cubo. La lejía trabaja mejor en su rango y el bicarbonato puede alterar su acción; usa uno u otro en momentos distintos.
  • ¿Cada cuánto conviene hacerlo?Una vez por semana es suficiente en la mayoría de hogares. En días de lluvia, mascotas o entrenos, puedes repetir sin saturar el suelo.
  • ¿Sustituye a un desinfectante?No. El bicarbonato neutraliza olores y modera el pH, pero no es un desinfectante potente. Para desinfección real, aplica un producto específico siguiendo su etiqueta.
  • ¿Deja velos o marcas?Con la dosis correcta no. Si ves un velo, pasa una fregada rápida con agua clara y revisa que no te hayas pasado de producto.

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