Luis Pardo, entrenador: “Caminar sin música cambia tu cabeza más que correr con auriculares”

Luis Pardo, entrenador: “Caminar sin música cambia tu cabeza más que correr con auriculares”

Pistas motivacionales, podcasts, notificaciones colándose por el oído. Luis Pardo, entrenador y observador del detalle, lanza una idea incómoda: caminar sin música cambia la cabeza más que correr enchufado al ruido. No va de heroicidades ni de récords. Va de recuperar el sentido del paso, del aire y de lo que sucede dentro cuando bajas el volumen a cero.

La mañana abre como una persiana en un parque de barrio. Dos runners cruzan la fuente a ritmo alto, sudor en la frente y cable blanco rebotando en el cuello. En el banco, un tipo mayor bebe café y mira los árboles sin prisa. Pardo señala a un cliente que llega tarde, acelera y se disculpa. “Hoy, sin cascos”, le dice, medio sonrisa, medio reto. Caminan. En cinco minutos, el cliente baja los hombros y deja de mirar el reloj. En la esquina, un niño suelta una carcajada y se escucha todo, incluso la propia respiración. Y pasa algo.

El entrenador que agenda el silencio

Para Pardo, el entrenamiento empieza antes del sudor. Tiene que ver con dónde pones la atención, no solo con cuántos kilómetros haces. Lo repite con una calma firme: **caminar sin música reorganiza la mente más que correr con auriculares**. Dice que el cuerpo entiende el mensaje cuando el ruido baja y las señales internas suben. No hay magia, hay espacio mental.

Marta, 38, llegaba a consulta agotada, con el smartwatch vibrando a todas horas. Corría 5K tres veces por semana con playlists épicas y cero días de descanso mental. Pardo le propuso un mes de caminatas sin música de 30 minutos, dos veces por semana. La primera semana le pareció un castigo. La tercera, empezó a dormir mejor. La cuarta, notó que no se llevaba el estrés a casa. No fue la distancia, fue el ritmo de su cabeza. Y sí, las piernas también lo agradecieron.

La lógica es sencilla. Correr con auriculares introduce un doble estímulo: el esfuerzo físico y el sonoro, que compite con tu atención. Caminar en silencio reduce el ruido cognitivo y deja que la respiración marque el compás. El sistema nervioso baja una marcha, la mirada se abre y aparecen señales que el cuerpo llevaba tiempo enviando. No hace falta ser místico para notarlo. Solo hay que estar presente el tiempo suficiente para que el silencio haga su trabajo.

Cómo caminar sin música (sin volverte loco)

Pardo propone una rutina concreta: 30 minutos, tres capas. Los primeros 10, paso cómodo y ojos al horizonte, sin mirar el móvil. Los siguientes 10, atención a un detalle del entorno por tramo: colores, texturas, sombras. Los últimos 10, aflojar los hombros y escuchar la respiración por nariz, contando cuatro pasos al inhalar y cuatro al exhalar. *Parece poca cosa hasta que lo pruebas de verdad*.

Los tropiezos habituales son siempre los mismos. Arrancar demasiado rápido, convertir la caminata en una carrera encubierta, o mirar la pantalla cada dos esquinas. Todos hemos vivido ese momento en el que el silencio asusta un poco y buscas compañía en el feed. Seamos honestos: nadie hace eso todos los días. La gracia está en perder el miedo al hueco y tolerar que el pensamiento haga olas. Con dos salidas a la semana ya se nota el giro.

“La música empuja el cuerpo, el silencio escucha la mente”, suelta Pardo sin solemnidad. Cuando el cliente le pide una regla de oro, no duda: **si tu cabeza está saturada, baja a caminar; si tu cuerpo pide chispa, corre sin ruido**.

“Quitar los auriculares no te quita motivación. Te devuelve señales que ya eran tuyas.” — Luis Pardo

  • Empieza por 20 minutos si 30 te abruman.
  • Guarda los cascos en la mochila antes de salir de casa.
  • Elige una ruta sencilla y repetible tres veces por semana.
  • Deja el móvil en modo avión. Si no, al menos en no molestar.
  • Una vez al mes, camina en verde: parque, río o cualquier tramo con árboles.

Lo que cambia por dentro

Caminar sin música coloca tu atención donde suceden las microseñales: la pisada, la postura, el aire que entra y sale. **Ahí empieza la recalibración**. Los pensamientos acelerados se ordenan, la respiración se vuelve ancha y la perspectiva cambia media talla. No se trata de elegir bando entre correr o caminar. Se trata de elegir canal cuando el ruido mental ya te lleva puesto. Hay días de zancada y playlists que levantan el ánimo, claro. Hay otros en los que apagar el sonido es lo único que te devuelve al cuerpo y al mundo. Y ahí la caminata gana por goleada silenciosa.

Punto clave Detalle Interés para el lector
Silencio como herramienta 30 minutos, sin música, atención dirigida Fácil de aplicar, efecto mental tangible
Ritmo vs. ruido Correr + auriculares duplica estímulos Evita la saturación y mejora la claridad
Método 10-10-10 Camino cómodo, foco en entorno, respiración Guía simple para empezar hoy

FAQ :

  • ¿Caminar sin música adelgaza menos que correr con auriculares?Son estímulos distintos. Correr quema más por minuto, pero muchas personas sostienen mejor la constancia caminando en silencio y acaban sumando más volumen semanal.
  • ¿Puedo usar música al principio y luego quitarla?Sí. Un truco es empezar con dos canciones y retirarlas cuando el cuerpo ya entró en ritmo. La transición suaviza el salto al silencio.
  • ¿Qué hago si mi mente se acelera en cuanto callo?Dale tarea suave: contar pasos, observar sombras, sentir la planta del pie. Si la mente se va, la traes de vuelta sin pelea. Vez tras vez.
  • ¿Sirve en cinta o solo al aire libre?Funciona en ambos, aunque el entorno real aporta más estímulos ricos. En cinta, juega con la postura y la respiración para no caer en piloto automático.
  • ¿Cada cuántos días alterno correr y caminar?Una pauta básica: si corres tres días, suma dos de caminata sin música. Si solo puedes dos salidas, prueba una de cada y observa cómo duermes y te sientes.

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