«No está en Italia, pero parece una postal de allí» : El lugar desconocido de España que parece sacado de una postal de Italia

El lugar desconocido de España que parece sacado de una postal de Italia

El lugar desconocido de España que parece sacado de una postal de Italia

Un pueblo mínimo, encaramado a una pared negra, que hace dudar a cualquiera que lo mira por primera vez. Casi nadie lo incluye en su lista, y aun así, a la hora dorada, parece que lo hubieran pintado para una carta enviada desde la Toscana. ¿Cómo puede estar tan cerca… y tan fuera del radar?

Luego, el olor a leña de una cocina baja, una radio viejita en una ventana, y la silueta imposible: casas milimétricas, con balcones de ropa tendida, alineadas sobre un muro de basalto que corta el cielo. Un señor mayor paró su bici para saludar y miró mi cámara con media sonrisa. “Aquí arriba vivimos bien”, dijo, como quien guarda un secreto más valioso que el oro. Levanté la vista y vi la torre de la iglesia de Sant Salvador flotando sobre el vacío. *No estás en la Toscana.* Un perro ladró como si quisiera comprobarlo.

Un balcón toscano que nadie espera en Girona

Se llama Castellfollit de la Roca y, al verlo, el cerebro hace un pequeño cortocircuito. La villa se estira a lo largo de un acantilado basáltico de casi un kilómetro, con una altura que ronda los 50 metros, justo donde se encuentran el Fluvià y el Toronell. La piedra oscura, las fachadas anaranjadas por el sol, la torre antigua al borde, todo recuerda a esas postales italianas que coleccionan polvo en cajones familiares. **Sí, esto existe en España.** Y lo más raro: muchos pasan de largo camino de la Costa Brava sin enterarse.

Por la mañana, el panadero abre a las seis y deja el aroma escaparse cuesta arriba. Dos ciclistas italianos se quedaron de piedra: “Es Pitigliano, pero en miniatura”, dijo uno, guiñando un ojo. Sonreí porque la comparación no era exagerada. Aquí viven poco más de mil personas, en un casco antiguo estrecho y alargado que se sostiene sobre columnas naturales de lava enfriada. Una vecina, con bata de cuadros, tendía sábanas que ondeaban sobre el vacío como banderas de un fuerte. Todo parece equilibrado con alfileres, y aun así no se cae.

La explicación no rompe la magia, la amplifica. La Zona Volcánica de la Garrotxa dejó capas de lava que, al enfriarse, formaron prismas basálticos. Con los siglos, los ríos mordieron esa masa negra y tallaron el acantilado como un escultor testarudo. Por eso esas casas, asentadas al borde, recuerdan a ciudades italianas levantadas sobre tobas y tufas, como Civita di Bagnoregio. Un juego de espejos geológicos: allá toba clara, aquí basalto oscuro. La luz de la tarde suaviza las aristas y, por un momento, cuesta decir en qué país estás.

Cómo captarlo como en una postal (y sin gastar)

La receta es sencilla y precisa. Llega una hora antes del atardecer y busca el camino que baja al río; desde abajo obtienes el perfil completo del pueblo recortado en el cielo. Después, sube al extremo de la iglesia de Sant Salvador: el mirador regala una vista de 180 grados sobre los dos valles, perfecta para jugar con diagonales. **Lo verás mejor al amanecer o al atardecer.** La luz lateral dibuja las columnas de basalto y el pueblo brilla como si alguien le hubiera pasado un filtro cálido.

No corras. Dos o tres puntos bien elegidos valen más que diez carreras sin aire. Lleva calzado con suela que agarre y una chaqueta ligera, porque en la Garrotxa refresca cuando el sol se esconde. Todos hemos vivido ese momento en que el sitio es hermoso, pero la foto no respira; aquí la clave es esperar a que se apague el azul del cielo y se enciendan los primeros tonos ámbar. Seamos honestos: nadie hace esto todos los días. Por eso sabe mejor cuando sale bien.

El respeto sostiene la belleza. Las casas son hogares, no decorados; no invadas balcones ni cierres pasos estrechos para posar.

“Las fotos son bonitas, pero lo que no sale es el sonido del río. Eso es lo que nos acompaña”, me dijo Lurdes, vecina de toda la vida.

Para que tu visita sea fácil, guarda esta lista corta:

  • Hora ganadora: 45 minutos antes del ocaso y los 20 minutos posteriores.
  • Ángulo maestro: base del acantilado, en la orilla opuesta del río; y el extremo de la iglesia.
  • Plan B si hay nubes: pasea por el Carrer Major y busca texturas en puertas y piedras.
  • Extra: combina con Santa Pau o la Fageda d’en Jordà para un día redondo.

Más que un sitio bonito: una invitación

Castellfollit de la Roca es una prueba de que todavía hay placeres cercanos que parecen lejanos. El efecto “postal italiana” funciona como gancho, sí, pero lo que se queda es la convivencia entre la lava antigua y la vida diaria: la ropa tendida, el pan temprano, un saludo en catalán y otro en castellano que se cruzan sin ruido. Piensas en cuántas veces has confundido “espectacular” con “gigante”, cuando el asombro cabe en un pueblo de una sola calle. **Tal vez la próxima vez que abras el mapa no busques lo más grande, sino lo más improbable.** En estos balcones de basalto el mundo no hace ruido; se escucha el tiempo y la gente que lo habita. Y ese eco, discreto, invita a contarlo a quien aún cree que para ver algo nuevo hay que irse lejos.

Punto clave Detalle Interés para el lector
Mejor luz Amanecer y última hora de la tarde Fotos cálidas y columnas de basalto bien definidas
Vistas imprescindibles Base del río y mirador de la iglesia Panorámica completa y sensación de vértigo controlado
Combinación de ruta Santa Pau y Fageda d’en Jordà Día completo entre medieval y naturaleza volcánica

FAQ :

  • ¿Dónde está exactamente Castellfollit de la Roca?En la comarca de la Garrotxa, provincia de Girona, entre los ríos Fluvià y Toronell, a unos 60 km de Girona ciudad.
  • ¿Cómo llegar sin coche?Hay autobuses regionales desde Girona y Olot; consulta horarios actualizados y baja en la parada del pueblo para caminar 10 minutos hasta el casco antiguo.
  • ¿Cuál es la mejor época para visitarlo?Primavera y otoño por temperaturas suaves y cielos limpios; en verano hay más gente, en invierno la luz es nítida y el ambiente muy tranquilo.
  • ¿Es apto para ir con niños?Sí, con sentido común: calles estrechas y desniveles; los miradores tienen protecciones, pero conviene ir de la mano cerca del borde.
  • ¿Dónde comer algo local?En bares y casas de comida del casco antiguo y la parte baja: embutidos de la zona, sopas calientes y pan de horno que huele a casa.

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