Antonio Gil (62 años): “El secreto no es correr, es moverse un poco todos los días sin excusas”

Antonio Gil (62 años): “El secreto no es correr, es moverse un poco todos los días sin excusas”

Antonio Gil, 62 años, defiende otra vía: sumar pequeños movimientos cada día, sin épica ni culpas. Una filosofía simple, casi doméstica, que cambia cuerpos y ánimos sin destrozar rodillas.

A las 7:18 de la mañana, Antonio se levanta del banco, mira el cielo anaranjado y empieza a caminar entre pinos como si estuviera domando la prisa. No corre. Se detiene para estirar la espalda contra una farola, cuenta diez, respira. En la mano, un juego de llaves que repiquetea a cada paso. Saluda al panadero, esquiva a un perro curioso, sube el bordillo como si fuese un escalón de gimnasio. No hay reloj, no hay pulsera inteligente, hay hábito. A veces se ríe solo, como quien se ha quitado un peso. Dice que su “entreno” cabe en cualquier hueco del día y que por eso funciona. Luego se guarda el móvil en el bolsillo y arranca otra vez, casi silbando. Y no corre.

El método mínimo de Antonio Gil

La idea principal es tan directa que cuesta creerla: no necesitas correr para vivir mejor, necesitas **moverse un poco** cada día. Antonio repite que el cuerpo no negocia con promesas largas, solo con lo que haces hoy. Camina 12 o 15 minutos por la mañana, otros 8 al mediodía, y un rato corto por la tarde mientras habla al teléfono. La suma le da una energía tranquila. No colecciona récords, colecciona días. Dice que la constancia no nace del heroísmo, sino de quitar fricción. Y que el secreto es no asustar al cuerpo.

El ejemplo es casi cómico por lo cotidiano. Antonio vive en un tercero sin ascensor y usa esas escaleras como su “tanda” diaria: sube con la compra sin pausas, baja con paso ligero, repite una vez extra si llueve. Cuando visita a su nieta, se ofrece para llevar el carrito “en modo colina”. En el trabajo, aparca a dos calles para sumar pasos. Hace un par de sentadillas mientras calienta el café. Saca al perro del vecino cuando él no puede. Pequeños ladrillos que, al final de la semana, son un muro sólido. La estadística personal es su favorita: más de 1.000 días seguidos con, al menos, 20 minutos repartidos. Sin épica, funciona.

Hay una lógica que lo sostiene. El cuerpo entiende mejor la constancia que los picos. Las microcargas frecuentes lubrican articulaciones, activan la circulación y mantienen el metabolismo menos perezoso. El cerebro, por su parte, agradece reglas simples: cuando la tarea es breve y clara, el “no tengo ganas” pierde fuerza. Además, convertir el movimiento en parte del paisaje —caminar para llamar, estirar al esperar el microondas— crea identidad. No es “voy a hacer ejercicio”, es “soy alguien que se mueve”. Esa etiqueta pesa. Y cuando pesa, empuja.

Moverse sin excusas: el plan de 10 minutos

Antonio propone una regla fácil de recordar: la “dosis 3×10”. Tres bloques al día, diez minutos cada uno, en el momento que puedas. Primer bloque: caminata suave con respiración nasal y postura alta. Segundo bloque: escaleras o subida ligera, sin prisa pero sin pausa. Tercer bloque: movilidad en casa, del cuello a los tobillos, con dos sentadillas y dos apoyos en la pared. Si un día solo cabe un bloque, vale. Si cabe medio, también. La magia está en no romper la cadena. Una cadena corta, sí, pero cadena.

Errores comunes que Antonio ve a diario: querer compensar una semana en una sesión de domingo, obsesionarse con la app y olvidar el cuerpo, o convertir el movimiento en penitencia. Él lo llama “el síndrome de enero”. Si te duele algo, baja la dosis, no abandones. Si te aburres, cambia de paisaje: da vueltas al manzanao, sube escaleras en el metro, camina en el pasillo mientras hablas. Hay días en los que el cuerpo pide sofá y manta. Está bien, negocia: cinco minutos hoy, y mañana hablamos. Seamos honestos: nadie hace eso todos los días.

Antonio tiene una frase que repite con una sonrisa torcida.

“El secreto no es correr, es moverse un poco todos los días sin excusas”.

  • Disparadores útiles: hervidor del agua = estirar hombros; llamada telefónica = caminar; anuncio de TV = dos sentadillas.
  • Plan B de lluvia: pasillo + escaleras + movilidad en silla.
  • Señales visuales: zapatillas a la vista, botella de agua por la puerta, nota en el espejo.
  • Mini premio: una canción que te guste tras el bloque de tarde.
  • Palabra ancla: **sin excusas**.

Lo que cambia cuando cambias el ritmo

La síntesis es menos brillante que un medallero, pero más duradera. Cuando conviertes el movimiento en pan diario, dejas de pelearte con él. La mente baja un punto de ruido, el sueño se ordena y el cuerpo “cruje” menos al levantarse. Todos hemos vivido ese momento en el que el pantalón aprieta de golpe; la rutina de Antonio no promete milagros, promete centímetros de holgura ganados a pulso lento. No busca acelerar, busca mecer. Es otra cultura del cuerpo: **rituales diminutos**, repetidos sin drama, que contagian a quien te rodea. Tal vez por eso su nieta le llama “el abuelo que siempre está de paso”. Y quizá ahí esté la pista: moverte para vivir, no vivir para moverte.

Punto clave Detalle Interés para el lector
Dosis 3×10 Tres bloques de diez minutos repartidos en el día Fácil de integrar sin cambiar la agenda
Movilidad doméstica Escaleras, pasillos, estiramientos frente a la pared Sin coste, sin desplazamientos, sin excusas
Identidad activa Transformar “hacer ejercicio” en “soy alguien que se mueve” Más adherencia, menos culpa, más bienestar real

FAQ :

  • ¿Cuántos minutos al día recomienda Antonio?Su regla favorita es 3×10: treinta minutos totales, repartidos. Si solo puedes 15, vale. La cadena pesa más que la cifra.
  • ¿Sirve caminar en casa o en el trabajo?Cuenta, claro. Pasillos, escaleras, subir y bajar un par de pisos. La clave es sumar minutos con intención y postura.
  • ¿Qué pasa si me salto un día?Nada épico: retomas al siguiente con el bloque más corto. No compenses con castigos. Reinicia suave y sigue la cadena.
  • ¿Puedo bajar de peso solo con esto?Ayuda a gastar más y a regular el apetito. Si ajustas porciones y duermes mejor, notarás cambios en semanas.
  • ¿Necesito zapatillas especiales o gadgets?No. Ropa cómoda y un par de zapatos estables. Un reloj sencillo para saber la hora y ya. Lo demás es bonus.

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