Vivir con 1.200 € al mes parece una cuerda tensa. Y, aun así, hay quien logra pagar lo básico, guardar un poco y subirse a un tren dos veces al año. Este jubilado lo cuenta sin trucos milagro.
Extiende su cuaderno, el de tapas azules, y traza tres columnas con un bolígrafo bic gastado. “Fijos, ahorro, caprichos”, dice en voz baja, como si repitiera una oración vieja que le funciona. Pide un café con leche y comparte tostada, porque prefiere guardar dos euros para el viernes de mercado. Vive con 1.200 € al mes y aún tiene un sobre en casa donde deja un billete de 10 cada semana. A final de año, ese sobre se convierte en tren a Cádiz o vuelo a Oporto. Parece poco dinero. Lo estira con método, calma y una sonrisa de padre que ya lo ha visto todo. Algo descoloca.
El mes de Manuel, sin humo
Para Manuel, 1.200 € no es una condena, es un tablero. Él coloca las piezas a su ritmo. Comienza por los gastos que no discute: luz, agua, comunidad, teléfono, la compra básica y las medicinas que no perdonan. Hace números de lunes por la mañana y deja espacio para respirar, porque si aprietas demasiado la soga, revientas por otro lado. Su idea es sencilla y concreta: pagar lo que sostiene la casa, reservar un pequeño colchón, permitir dos placeres que le recuerden que sigue vivo. Lo demás, si llega, llega.
Habla de cifras sin dramatismo. Un mes tipo: 90 € de luz y gas, 25 € de agua, 40 € de comunidad, 20 € de IBI prorrateado, 30 € de internet, 12 € de móvil, 240 € de comida cocinada en casa y mercados de barrio, 35 € de transporte con bono, 50 € en farmacia y dentista cuando toca, 80 € de fondo de imprevistos, 50 € para el sobre de viajes. Cuando no gasta en una partida, no la “celebra” ese día: suma al sobre o al fondo. Lo que ahorra no es heroico, es constante. Él dice que el secreto no es cazar chollos. Es no perder billetes por el camino.
Su lógica es clara: crear límites que no asfixien. Manuel usa la regla 70/20/10. Setenta por ciento para vivir sin lujos, veinte para seguridad, diez para alegría. No lo discute cada fin de semana, no lo renegocia con impulsos. Ese marco reduce la fatiga de decidir y le quita drama a los pequeños noes diarios. Si llega un recibo más alto, mueve una ficha desde alegría, no desde seguridad. Si llega una invitación a comer, regala el ahorro al sobre. No es contabilidad avanzada. Es un terreno acordado donde sabe que no se va a perder.
La estrategia que no parece estrategia
La astucia de Manuel está en los gestos. Cocina dos veces por semana raciones grandes de legumbres y verduras, congela por tandas y deja a la vista fruta y pan del día anterior para tostar. Compra carne cuando realmente la va a usar y recorta lo que se desperdicia. En viajes, manda el calendario. Elige temporada baja, mira martes y miércoles, juega con dos aeropuertos cercanos y combina tren regional con autobús si eso le quita 30 € al total. Busca hostales limpios, habitaciones con nevera, una cocina compartida decente. El lujo es salir, no el mármol del baño.
Errores que ve a menudo: recortar en lo único que te da sentido y luego reventar la tarjeta una tarde gris. O pagar “pequeños extras” que suman un dineral al año. Manuel prefiere una suscripción menos y un viaje más. Todos hemos vivido ese momento en que se te encoge el estómago en la caja del súper por tres cosas que no necesitabas. Él dice que lo resuelve con rituales, no con fuerza de voluntad. Seamos honestos: nadie hace eso todos los días.
Manuel lo resume de forma que cabe en un bolsillo. Dos frases, una libreta y nada de épica.
“Viajar no es caro si decides cuándo y por qué. Caro es no decidir.”
Para quien quiera copiarle el mapa, deja su encuadre práctico en cinco puntos:
- Fechas flexibles y alerta de precios activas con tres meses de margen.
- Combinar tren regional y bus en trayectos cortos, y usar la Tarjeta Dorada en Renfe.
- Programas del Imserso cuando hay plaza, y “plazas libres” de última hora con descuento.
- Alojamiento con cocina: dos comidas compradas en mercado, una fuera para celebrarlo.
- Regla de 24 horas antes de comprar: si al día siguiente sigue teniendo sentido, se compra.
Lo que cuesta y lo que vale
Manuel no romantiza la austeridad. Dice que su truco no es sufrir, es elegir. Algunos meses la luz aprieta, una muela rompe el plan o llega un nieto con cumpleaños. No hace drama: protege el fondo de seguridad, aparca el capricho y busca alegría barata. Un paseo largo por el río, una peli del barrio, una cena de tortilla con amigos. A veces, ahorrar es decidir qué no tocar. Cuando llega el tren, se sube con una mochila ligera, sin prisa y con ganas de mirar. El viaje empieza cuando notas que tu piso se queda en silencio. La vuelta es más barata si traes una historia.
| Punto clave | Detalle | Interés para el lector |
|---|---|---|
| Presupuesto 70/20/10 | 70% vida diaria, 20% fondo, 10% alegría | Marco simple que reduce decisiones y evita desbordes |
| Viajar en temporada baja | Calendario flexible, martes/miércoles, avisos de precio | Ahorros del 20–40% sin renunciar a la experiencia |
| Herramientas senior | Imserso y Tarjeta Dorada de Renfe | Descuentos directos y opciones reales para moverse |
FAQ :
- ¿Cómo reparte exactamente esos 1.200 €?Gastos básicos primero, fondo de seguridad después, y un sobre mensual de 50–100 € para viajes según cómo venga el mes.
- ¿De dónde salen los viajes baratos?Fechas flexibles, temporada baja, alertas de precio y mezcla de tren regional y bus. A veces Imserso, si encaja.
- ¿Y si suben los recibos?Mueve desde “alegría” a “básicos” ese mes. Ajusta ocio caro, no el colchón. Recupera el ritmo al mes siguiente.
- ¿Es posible viajar al extranjero con ese presupuesto?Sí, escapadas cortas a Portugal o sur de Francia, con cocina en el alojamiento y vuelos/trenes con antelación.
- ¿Qué hace con imprevistos grandes?Fondo de seguridad + pago a plazos sin intereses si no queda otra. Nunca toca el dinero del alquiler o suministros.









