Este error al usar la lavadora puede aumentar el gasto de electricidad un 15 %

Este error al usar la lavadora puede aumentar el gasto de electricidad un 15 %

Una lavadora que rinde menos no siempre está rota: a veces somos nosotros. Hay un gesto cotidiano que parece inofensivo y, aun así, dispara el consumo eléctrico hasta un 15 %. Lo hacemos por prisa, por pereza, por costumbre.

Cesta rebosando, toallas mezcladas con camisetas, un jersey que “total, cabe”. Cierras la puerta con el antebrazo, apretando el tambor con el cuerpo, como quien hace maleta cinco minutos antes de salir al aeropuerto.

El programa arranca y sientes la falsa paz del deber cumplido. Luego viene el silencio eléctrico que no lo es tanto: el motor tose, la máquina gira, se para, vuelve a intentarlo. En la cocina, el contador digital parpadea con la paciencia de un testigo incómodo.

Todos hemos vivido ese momento en el que parece que te ahorras un lavado y, en realidad, solo compras un problema futuro. Hay un culpable muy concreto. Uno solo.

El error: sobrecargar el tambor

La idea suena lógica: si lo metes todo de una, lavas menos veces. La trampa está en cómo reacciona la máquina. Un tambor atestado limita el movimiento de la ropa, crea desequilibrios y fuerza reintentos de centrifugado.

Los fabricantes explican que, cuando la colada no se reparte bien, el sensor de balanceo detiene el giro rápido y lo reprograma. Esos microbailes consumen tiempo, kWh y paciencia. El resultado: el mismo ciclo dura más y rinde peor.

Datos internos de servicio técnico y mediciones domésticas coinciden en una horquilla clara: una carga por encima del 80-85 % del tambor puede elevar la energía entre un 10 y un 20 %. El titular prudente se queda en el 15 %. El bolsillo también lo nota.

Un caso real y un número que duele

Ana y Luis, dos turnos de trabajo y una niña pequeña. Los jueves apuran la semana con “la gran colada”. Llenan hasta arriba: sábanas, vaqueros, sudaderas, todo junto. Ese día su lavadora tarda casi 25 minutos más que con una carga bien distribuida.

Su contador inteligente registró 0,85 kWh frente a los 0,72 kWh habituales en el mismo programa 40 °C Eco. No parece una montaña, pero, multiplicado por 3 lavados semanales, son 162 kWh al año. En tarifa media, ronda 35-40 euros. En temporadas de precios altos, bastante más.

La segunda factura trajo la pista: picos de consumo durante el centrifugado. El técnico no cambió piezas. Solo les enseñó a llenar: dejar un hueco equivalente a un palmo entre la ropa y el techo del tambor. El cambio fue inmediato y medible.

Por qué el sobrellenado dispara el gasto

La resistencia que calienta el agua es la reina del consumo. Cuando el tambor está a reventar, el sensor térmico tarda más en estabilizar la temperatura y la máquina compensa con pequeñas correcciones. Esas correcciones suman vatios.

Además, el motor trabaja contra masas compactas de ropa mojada. El algoritmo intenta redistribuir, frena, arranca, repite. Cada intento roba energía y desgasta rodamientos. El centrifugado pierde eficacia, y lo que no secas aquí lo pagarás en la secadora.

Hay un detalle silencioso: la espuma. El exceso de ropa suele ir de la mano del exceso de detergente. La espuma activa en muchos modelos un aclarado extra, invisible a simple vista. A veces es un cuarto de hora más. A veces, ese 15 % que no se ve pero se paga.

Cómo cargar bien: regla del palmo y truco del giro

Piensa en volumen y en aire, no en kilos. Llena el tambor hasta tres cuartos y deja un hueco donde quepa tu mano a lo alto: la **Regla del palmo**. Mezcla piezas grandes con pequeñas para que se separen y rueden. Si dudas, quita una prenda.

Un gesto útil: antes de cerrar, gira el tambor con la mano. Si se mueve libre y la ropa cae sin formar una pelota, vas bien. Seamos honestos: nadie pesa la ropa antes de lavar. Por eso funcionan las reglas visuales y táctiles. Son simples y salvan euros.

“La lavadora es más eficiente cuando la ropa puede bailar dentro. Si no baila, la factura baila sola”, resume un técnico con 20 años de oficio.

  • Objetivo de carga: 70-80 % del tambor.
  • Hueco de seguridad: un palmo vertical entre ropa y techo.
  • Mezcla: grandes + pequeñas, no todo toallas ni todo vaqueros.
  • Detergente: la mitad de lo que sueles usar si la carga es mixta.
  • Programa: Eco 40-60 para ropa cotidiana y suciedad normal.

Errores comunes que hacen bola (literal)

Meter nórdicos o toallas gruesas sin una prenda ligera que rompa la masa crea una esfera compacta. El tambor lo intenta, rebota, se rinde. Resultado: vibraciones, ruido y kWh tirados. Alterna texturas y pesos. Si cargas edredones, ve solo con ellos.

Otro clásico: querer “ahorrar” lavando a 60 °C lo que resuelve un 40 °C Eco alargando un poco. La resistencia devora energía a medida que sube la temperatura. Es una curva empinada. Baja un escalón y ganarás más que con cualquier truco.

No hace falta ser ingeniero: la ropa necesita espacio para moverse y el agua, tiempo para trabajar. Un filtro sucio añade frenos, igual que una manguera pinzada. Toma 5 minutos al mes para limpiar filtro y cajetín. Tu futuro yo te dará las gracias.

Pequeñas rutinas, grandes efectos

Programar fuera de horas punta no cambia la energía consumida, pero sí el precio por kWh. En hogares con tarifa variable, esa simple decisión baja el coste del mismo ciclo. Si cargas bien el tambor, el combo es redondo. A veces, la inteligencia es cuestión de reloj.

Hay lavadoras con “carga automática” que dosifican agua y detergente. Funcionan mejor si tú haces tu parte: no las conviertas en mulas. Son buenas calculando, no haciendo milagros. Un tambor saturado engaña hasta al mejor sensor.

Otro detalle que paga dividendos: el centrifugado. Sube a 1200-1400 rpm en toallas y vaqueros si no tienes secadora, o bájalo si sí la tienes y prefieres menos arrugas. La clave es no luchar contra física y prendas. Simplifica y observa.

La tentación de “hacerlo de una vez” es humana y comprensible. El truco está en encontrar el punto donde tiempo y energía se miran a los ojos. Cuando la ropa se mueve, la factura se calma. Cuando se apelmaza, todo cuesta.

Si hoy cambias solo un gesto, que sea este: quita una prenda antes de cerrar la puerta. Es poco y es mucho. Lo notarás en el ruido, en los minutos y en el contador.

Tu lavadora no pide magia, pide aire. A partir de ahí entran los matices personales: el tipo de tejido, el ritmo de tu casa, la tarifa eléctrica. Comparte el hallazgo con quien comparte tu colada. A veces, el mejor consejo cabe en la palma de una mano.

Punto clave Detalle Interés para el lector
El error: sobrecargar Aumenta reintentos de centrifugado y el tiempo de ciclo Impacto directo: hasta un 15 % más de electricidad
Carga ideal 70-80 % del tambor, con “regla del palmo” Fácil de aplicar sin balanza ni cálculos
Programas y temperatura Eco 40-60 y mezcla de prendas para buen rodaje Mejor rendimiento sin sacrificar limpieza

FAQ :

  • ¿De verdad una carga de más aumenta el gasto un 15 %?Sí, cuando el tambor supera ~80-85 %, los sensores corrigen más y el motor trabaja con resistencia. En pruebas domésticas y de servicio, el salto ronda 10-20 %.
  • ¿Es mejor dos medias cargas o una llena al 75 %?Una al 75 % gana casi siempre: equilibrio, menos tiempo y mejor centrifugado. Dos medias cargas solo si separas tejidos que sueltan color o pelusa.
  • ¿El ciclo “rápido” ahorra energía?A veces, pero no con ropa muy sucia o muy cargada. Si la lavadora reitera aclarados o no centrifuga bien, lo barato sale caro.
  • ¿Bajar la temperatura compensa más que no sobrecargar?Ambas cosas suman. Bajar de 60 °C a 40 °C ahorra bastante, y no sobrecargar evita reintentos. El combo es el que marca diferencia.
  • ¿Cuánto detergente uso con carga óptima?Menos de lo que crees: sigue la dosis para “suciedad normal” y agua de tu zona. Con buena carga, la espuma extra solo añade aclarados y coste.

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