Tim Spector, el investigador británico que convirtió la microbiota en tema de sobremesa, asegura que los **bebedores de café** tienen un microbioma intestinal más variado que quienes lo evitan. ¿Y si tu café de cada mañana fuera algo más que una costumbre? Quizá un aliado discreto, casi doméstico, con efectos en tu salud que no se ven, pero se sienten. Todos hemos vivido ese momento en el que la taza humeante pone orden a un día torcido. Y ahora, la ciencia sugiere que también ordena, en silencio, a tus bacterias. ¿Y si esa taza fuera un bosque entero?
Una mañana cualquiera de barrio. El barista mira de reojo el reloj mientras la fila serpentea. Al frente, una mujer cambia su pedido a última hora: “mejor filtrado”. El murmullo del molino, las manos que golpean el portafiltro, la espuma que dibuja hojas improvisadas. En la pantalla del móvil, el nombre de Spector vuelve a aparecer. ZOE, TwinsUK, microbiomas, polifenoles. No hay discurso solemne aquí, solo gestos pequeños y repetidos. Y una intuición sencilla que se vuelve pregunta científica. Una pregunta que no suelta.
Qué está viendo Tim Spector en los intestinos de los cafeteros
En los datos que maneja Spector con su equipo, la señal se repite: quienes toman café muestran **más diversidad microbiana** que quienes no lo hacen. No es una proclama romántica, es un patrón. Muestras, cuestionarios dietéticos, secuenciación: la música de fondo de la investigación moderna. Café a diario, mejor si es negro o con leche sin aditivos raros. Lo interesante no es solo el “sí” o el “no”, sino el tipo de taza y el resto del plato que la acompaña.
Piensa en dos gemelas de mediana edad, casi espejo, que Spector conocería bien por su trabajo con TwinsUK. Una se declara cafeterísima; la otra, té y punto. En la primera, asoman con más frecuencia bacterias productoras de butirato como Roseburia o Faecalibacterium. En la segunda, la foto es más pobre, menos matices. No hace falta caer en números redondos: basta con observar que la diversidad, ese indicador de resiliencia, tiende a subir cuando el café aparece como rutina. Cuando desaparece, el ecosistema pierde volumen.
¿Por qué pasa? El café es una cápsula de compuestos bioactivos. Polifenoles, ácidos clorogénicos, melanoidinas que se comportan casi como fibra. El banquete es para las bacterias, no para la cafeína. De hecho, la evidencia apunta a que el “motor” no es el subidón, es la química vegetal; **no es la cafeína**, es lo que la acompaña. Endulzarlo a lo bestia o bañar la taza en siropes cambia la ecuación. Tomarlo con comida suele sentar mejor que a estómago vacío. El café no es magia, es contexto.
De la teoría a la taza: cómo aprovecharlo sin obsesionarse
Empieza simple: una o dos tazas bien hechas, sin fuegos artificiales. Café de grano, recién molido, preparación que te siente bien: filtro suave si buscas ligereza, espresso si prefieres intensidad. Negro o con un chorro de leche real, no “cremas” ultraprocesadas. Bebe la primera con el desayuno, deja que la taza sea un paso más del ritual de la mañana. El objetivo no es coleccionar gadgets, es que esa taza trabaje a favor de tu microbiota.
Errores frecuentes: café cargado y sin comer, azúcar generosa por costumbre, jarabes aromatizados a diario. Tu intestino no necesita artificios, necesita estabilidad. Si duermes mal, evita la cafeína por la tarde; si tu estómago protesta, prueba con un tostado medio o con descafeinado de calidad. Seamos honestos: nadie hace eso todos los días. Lo que cuenta es la media de la semana, no el martes perfecto. El café puede sumar, pero no arregla una dieta monótona ni una vida sin movimiento.
Hay una idea que Spector repite y conviene escuchar, sin misticismo.
“Los bebedores de café tienen un microbioma intestinal más variado que los no bebedores. No por la cafeína, sino por los polifenoles y compuestos que alimentan a las bacterias buenas.” —Tim Spector
- Prefiere café de grano y métodos suaves si tienes estómago sensible.
- Reduce azúcares, siropes y edulcorantes intensos: cambian el perfil de tu taza.
- Descafeinado de calidad también cuenta para tu microbiota.
- Tómalo con comida para mejor tolerancia.
- Piensa en la semana: 1–3 tazas al día suele ser un rango razonable.
Lo que se mueve cuando mueves tu café
La taza no vive sola. Cuando cambias cómo la tomas, cambias pequeñas decisiones alrededor: qué desayunas, a qué hora te mueves, cuánto duermes. Si el café trae variedad a tu microbioma, quizá te empuje a buscarla también en el plato: verduras de colores, legumbres, fermentados, especias. El intestino aplaude la diversidad, no la perfección. Mañana, cuando el aroma vuelva a llenar la cocina, recuerda que lo que bebes es historia líquida de plantas y tiempo. Y que, sin aspavientos, **tu taza cuenta la historia de tus microbios**.
| Punto clave | Detalle | Interés para el lector |
|---|---|---|
| Café y diversidad | Patrón consistente de microbiomas más variados en bebedores | Entender por qué esa costumbre cotidiana puede sumar salud |
| No es la cafeína | Polifenoles y melanoidinas actúan como “alimento” bacteriano | Elegir mejor el tipo de café y cómo tomarlo |
| Contexto de la taza | Menos azúcares y siropes, mejor con comida, rangos moderados | Aplicar cambios simples sin perder el placer del ritual |
FAQ :
- ¿El café descafeinado también cuenta para la microbiota?Sí. Los polifenoles siguen ahí, y la diversidad microbiana puede beneficiarse aunque retires la cafeína.
- ¿Cuántas tazas al día son razonables?Para la mayoría, entre 1 y 3 tazas. Ajusta según sueño, ansiedad y tolerancia digestiva.
- ¿Qué método de preparación es mejor?No hay un ganador absoluto. Filtro y espresso funcionan; elige el que tu estómago tolere mejor y evita añadidos ultraprocesados.
- ¿Y si el café me cae mal?Prueba tostado medio, café de filtro, tomarlo con comida o cambiar a descafeinado. Si persisten molestias, reduce o pausa.
- ¿Puedo “compensar” una dieta pobre con café?No. El café puede sumar, pero la diversidad real viene de una dieta rica en plantas, fermentados y hábitos sostenibles.









