Comemos deprisa, respondemos mensajes a toda velocidad y nos preguntamos por qué el estómago no acompaña. Blanca García-Orea Haro, nutricionista y autora, lo resume sin rodeos: tu plato construye tu microbiota, tu pantalla la distrae.
“No hay hambre de comida, hay hambre de estímulo”, dice, bajando la voz como si compartiera un secreto. A su lado, una madre intenta que su hijo mastique mientras el niño persigue dibujos en el móvil. Tres mesas más allá, un ejecutivo traga sin mirar, ojos pegados a un gráfico. El ruido digital mastica por nosotros, pienso. Nos roba un paso clave, casi invisible. Y el intestino, ese juez silencioso, pasa factura en la tarde. Tu barriga sabe más que tu feed.
La regla del plato y la pantalla
Blanca lo formula con una claridad que no admite excusas: comer es un acto de presencia. Lo que pones en el plato enciende o apaga bacterias que te protegen. Lo que mantienes en la mano, el móvil, acelera tu cabeza y frena tu digestión. Una comida simple, colorida y calmada produce señales de saciedad limpias. Un menú de prisas y notificaciones pide compensaciones que luego llamamos “antojos”. **Menos scroll, mejor digestión**.
Todos hemos vivido ese momento en el que, frente a la pantalla, no recuerdas cuántos bocados diste. Luego llega el hinchazón, el cansancio, la necesidad de algo dulce. Una paciente de Blanca, Marta, 34, probó un experimento casero: dos semanas de cena sin móvil y con plato medio vegetal. El primer día se sintió rara, el tercero dormía mejor, al octavo la tripa dejó de sonar a media noche. No es magia. Es fisiología con un poco de sentido común y rutina amable.
El cuerpo entra en “modo digestión” cuando bajamos revoluciones. El nervio vago necesita una pista tranquila para trabajar. El móvil sube el ritmo cardíaco y libera un poco de estrés, ese mínimo que parece nada y altera la masticación, la salivación y el movimiento intestinal. Si tragas rápido, tu intestino recibe tareas mal masticadas y responde con gas o pesadez. Si miras alertas, comes sin registro interno y la hormona de saciedad llega tarde. Resultado: comes más de lo que necesitas. **Masticar es medicina**.
Cómo empezar hoy: método fácil de Blanca
Blanca propone una regla que cabe en una servilleta: mitad del plato verduras variadas, un cuarto proteína de calidad, un cuarto carbohidrato integral, una grasa buena que brille pero no inunde. Antes del primer bocado, respira dos veces. Apaga la pantalla o déjala en otra habitación. Bebe agua a sorbos y da 20 masticaciones a los alimentos más fibrosos. Diez minutos sin estímulos valen más que diez suplementos. **Microbiota agradecida**.
Errores que ve a diario: desayunar solo café y esperar milagros; confundir “light” con real; llegar con hambre de lobo a las ocho; creer que un probiótico arregla lo que el estrés rompe. Aquí nadie es perfecto. Seamos honestos: nadie hace eso todos los días. Aun así, hay atajos gentiles. Un bol de verduras crujientes al lado de lo que ya comes. Fermentados pequeños, como un poco de chucrut o yogur natural. El móvil boca abajo. Y si un día no sale, al siguiente vuelves. Tu barriga no necesita heroicidades, necesita constancia decente.
Blanca lo dice con una mezcla de ciencia y calle:
“La salud intestinal empieza con lo que pones en el plato y lo que quitas del móvil mientras comes”.
- 10 minutos sin pantalla antes y durante la comida.
- ½ plato de vegetales de colores, ¼ proteína, ¼ carbo integral.
- Grasas reales: AOVE, aguacate, frutos secos sin azúcar.
- Fermentados pequeños: yogur, kefir, encurtidos artesanos.
- Ritual de masticación: pausa, respira, traga cuando el bocado es crema.
La conversación que nos falta en la mesa
La mesa es un territorio común, no un cargador múltiple. Lo que hacemos ahí crea cultura en casa y microbiota en el cuerpo. Comer distraídos nos roba historias, y de paso nos roba fibras, texturas, pausas. Cuando los niños ven pantallas mientras mastican, aprenden a comer sin sentir. Si el adulto vuelve a sentir, vuelve a saborear. Y el sabor guía mejores decisiones.
Hay días con turnos partidos, fiambrera de oficina y tren abarrotado. No siempre habrá ensalada perfecta ni paz monacal. Donde sí hay margen es en la atención. Cambia el orden: primero presencia, luego email. El intestino perdona mucho cuando le das una oportunidad diaria. Un gesto mínimo repetido se vuelve estructura. *Comer con el móvil es comer menos atentamente.* Y esa falta de atención tiene eco en tu energía, en tu piel, en tu sueño.
Blanca insiste en un detalle que pasa desapercibido: la cena es una llave. Si la haces ligera, vegetal y sin pantalla, la noche se ordena. Dormir bien es prebiótico: baja inflamación, baja antojos. Por eso su “regla del plato y la pantalla” no es solo nutrición, es higiene de vida. Actualizar el feed puede esperar veinte minutos. Tu cuerpo no.
| Punto clave | Detalle | Interés para el lector |
|---|---|---|
| Plato presente | ½ verduras, ¼ proteína, ¼ carbo integral + grasa real | Guía visual rápida para comer mejor sin contar calorías |
| Pantalla fuera | 10 minutos sin móvil antes y durante la comida | Digestión más fácil y saciedad que llega a tiempo |
| Ritual simple | Respirar, masticar 20 veces, sorbos de agua | Menos hinchazón y energía más estable durante el día |
FAQ :
- ¿Por qué el móvil afecta a mi digestión si solo miro “un segundo”?Porque ese segundo activa alerta, acelera el pulso y corta la masticación profunda. Tu cuerpo sale del modo “descanso y digestión” y traga peor.
- ¿Qué fermentados recomienda Blanca para empezar sin complicarse?Yogur natural sin azúcar, kefir, encurtidos artesanos y un poco de chucrut. Porciones pequeñas, como condimento, no como plato principal.
- ¿El café en ayunas es malo para el intestino?En personas sensibles puede irritar y aumentar acidez. Mejor tomarlo con algo de comida real o retrasarlo tras un vaso de agua y un bocado.
- ¿Cómo adapto el método si como en la oficina?Prepara la base: verduras ya lavadas, proteína fácil (huevos, legumbres, atún) y un carbo integral. Móvil en el cajón y cinco respiraciones antes del primer bocado.
- ¿Sirve un probiótico sin cambiar hábitos?Aporta poco si la base es caótica. Cambia plato y atención primero. Luego, si hace falta, un probiótico guiado y temporal.









